Tras el terremoto y tsunami en Chile, EPES responde a la emergencia en el norte del país

A una semana del terremoto y tsunami que azotó la zona centro norte de Chile, las familias afectadas -principalmente por la destrucción de sus viviendas y sus fuentes de trabajo- esperan la ayuda necesaria para reconstruir sus vidas con dignidad.

24 de septiembre de 2015 (EPES).- Tal como ha ocurrido ante otros recientes desastres naturales en Chile, Fundación EPES busca contribuir a superar el daño material, como psicosocial, de las comunidades más pobres de la zona centro norte del país afectadas por el terremoto de 8,4 en la escala de Richter y posterior tsunami, ocurrido hace una semana.

Desde el primer momento, EPES se encuentra realizando un diagnóstico de las necesidades de las familias damnificadas en uno de los pueblos más afectados por la catástrofe: Tongoy, balneario costero, ubicado a 42 km al sur de la ciudad de La Serena.

Al igual que lo acontecido con el terremoto del 2010, los mayores daños provienen del tsunami que sucedió al sismo. Sus efectos fueron devastadores en el borde costero en la Región de Coquimbo.

En Tongoy, el tsunami provocó que el mar ingresara al centro de la ciudad e incluso llegara a la tenencia de Carabineros y el cuartel de Bomberos. El violento tren de olas, que alcanzó hasta 4 a 5 metros de altura, destruyó todo a su paso: casas, restaurantes, cocinerías y embarcaciones de pesca.

Lautaro López, en terreno tras el terremoto que afectó a la zona centro sur de Chile, en 2010.

Lautaro López, coordinador del Foro ACT Alianza Chile, integrante de EPES, señala que “posterior a este desastre en el norte de Chile activamos las redes de apoyo humanitario de los organismos ecuménicos, que ya han actuado en otros casos, como el terremoto/tsunami del 2010 en la región del Biobío, en el reciente terremoto del norte grande, el mega incendio en Valparaíso. Informamos al Encargado Regional de ACT Alianza, Carlos Rauda, sobre la situación, su evolución y la necesidad de generar una Alerta para ir en apoyo de las localidades más afectadas”.

Agrega que “esperamos que esta Alerta y eventualmente el desarrollo de un proyecto para la fase de recuperación y rehabilitación, liderado por el Centro Ecuménico Diego de Medellín, apoyará a las comunidades en los aspectos psico-emocionales propios de estos desastres. Las instituciones del Foro ACT Alianza Chile contamos con profesionales capacitados en la estrategia de apoyo psicosocial de base comunitaria”.

La economía local devastada

El impacto del tsunami en el borde costero (Foto: Agencia Reuters)

Las labores de EPES en terreno están siendo dirigidas por Mónica Arancibia, monitora de salud capacitada por EPES, con experiencia en  trabajo post desastre.

Mónica relata que muchas familiares perdieron su fuente de trabajo, principalmente las vinculadas al turismo, sector gastronómico y la pesca. “Mujeres de la tercera edad, que se dedicaban al comercio y al arriendo de sus casas durante el verano, demandan una rápida respuesta de la autoridad, ya que viven del turismo”.

La población en Tongoy se encuentra atemorizada por las fuertes replicas del terremoto, que no dan tregua. “Hay mucho temor que se produzca un nuevo tsunami, que termine por sepultar lo poco y nada que quedó en pie”.

Las entrevistas para el diagnóstico de EPES se han centrado en mujeres que tienen pequeños puestos de trabajo, cómo emprendimientos de servicios y comercio.

Alejandra Guerra (42 años) lleva 20 años viviendo frente a la playa Soco, en Tongoy. “Mi marido es buzo y vivimos de la venta de pescados y mariscos. El tsunami hizo desaparecer esta popular playa,  impactando directamente nuestra fuente laboral y la de cientos de familias (…) quedamos de brazos cruzados”.

Relata que al momento del terremoto estaba con su familia y rápidamente fueron alertados por el tsunami, por lo que se aprontaron a evacuar, no sin antes resguardar algunos enseres. “La maquinaria de buceo y extracción de marisco igual resultó dañada. El frontis de nuestra casa tiene peligro de derrumbe. Esperamos que la autoridad nos de solución”.

Respecto a la situación de las viviendas en la Cuarta Región, se informó que 814 se encuentran totalmente destruidas, mientras que 3.351 cuentan con daño menor y 1.005 impedidas de ser habitables.

14 personas muertos y 5 desaparecidas 

Según el último reporte del Gobierno, 14 personas han muerto. La última de ellas es una mujer de 52 años que residía en Tongoy, cuyo cuerpo fue encontrado hace pocas horas en la costa por un grupo de pescadores.

Los familiares de la mujer fallecida señalaron que habían perdido el rastro de ella tras el tsunami, cuando trataba de salvar la vida de sus nietos, siendo arrastrada por el oleaje.

Mónica Arancibia asegura que el pueblo está conmocionado con la noticia. “Horas antes del hallazgo del cuerpo de la mujer, conversé y entreviste a su hija, Roxana Cortés, para el levantamiento del diagnóstico, y me manifestó la esperanza que su madre se encontrara con vida”.

Hay 13 mil 426 damnificados y cinco personas permanecen desaparecidas. Las familias denuncian que la autoridad no está poniendo los recursos suficientes para los operativos de búsqueda.

La limpieza de viviendas anegadas y el retiro de escombros avanza gracias a los voluntarios que agilizan las labores, en apoyo al equipo de militares desplegados en la zona.

Modelo de desarrollo y sus falencias

Desde la Región de Coquimbo, Benjamín Rodríguez, del Equipo Metodista de Ayuda Humanitaria (EMAH) Chile, creado por la Iglesia Metodista de Chile, afirma que ante los desastres naturales siempre queda el desnudo el modelo de desarrollo y sus falencias. En este caso, “la catástrofe ha dejado al descubierto la informalidad y precariedad del trabajo. La gente trabaja al día, sin contrato y sin seguridad”.

Muchos pescadores artesanales perdieron sus embarcaciones. Rodríguez asegura que este sector productivo funciona similar al sistema de pulpería, con poderes de compra, que manejan los precios y tienen amarrados a los hombres de mar.

También, se “ha evidenciado el ocupamiento irregular del borde costero. Las caletas se encuentran emplazadas en lugares inundables, y las familias afectadas no son propietarias de los terrenos”.

Benjamín Rodríguez, de EMAH Chile.
Borde costero en la Región de Coquimbo tras el tsunami. (Foto: Agencia Reuters)

“Aquí hay personas operando que son simples espectadores, que no resuelven. Constatamos que el esquema del centralismo se replica. Los pueblos al interior de la ciudad de Coquimbo son olvidados (…) hay una sensación de mucho abandono”.

Denuncia una «gran destrucción en el borde costero, gente que lo perdió todo, y ninguna autoridad se hace cargo. Hay una caleta dañada por el tsunami en el límite de Coquimbo con Ovalle y ninguno de los dos municipios quiere prestar ayuda, pues además los pescadores se instalaron en el lugar de manera irregular”.

Debilidad a nivel comunitario

Según Benjamín Rodríguez, las necesidad que aparecen en todas emergencias es la información y coordinación.

Como en otros casos, “aquí no hay mecanismos de coordinación e información desde el Estado hacia los directos afectados. La información que se maneja en Santiago la desconocen los pescadores de la Caleta de Tongoy. Existe una enorme debilidad a nivel comunitario. No hay sentido de comunidad, ni redes, ni organización, no hay interlocutores”.

Rodríguez señala que “como EMAH Chile planteamos que no cualquier ayuda es humanitaria, para que califique como tal tiene que estar centrada en la persona y ser de calidad. En estas emergencias se exacerba el clientelismo y la dependencia”.

El impacto del terremoto en la Región de Coquimbo (Foto: Benjamín Rodríguez).