Santiago de Chile, 16 de diciembre, 2025

Tras el comienzo de la pandemia, en un contexto de aislamiento y falta de acceso a alimentos, EPES decidió impulsar y asesorar las huertas comunitarias en El Bosque: Auco y Amajudisa, las que surgen como una apuesta por la salud alimentaria, la organización colectiva y el acceso a alimentos sanos y libres de químicos.

Durante la pandemia, algunas de las mujeres de los grupos comunitarios asesorados por EPES, enfrentaron dificultades para acceder a alimentos, dejaron de trabajar y vivieron largos periodos de aislamiento. Frente a ese escenario, EPES comenzó a realizar talleres en línea sobre huertas: cómo sembrar en espacios pequeños, crear huertos colgantes o cómo iniciar una siembra en macetas.

Ese fue el punto de partida que con el tiempo, se materializó en la construcción y establecimiento de dos huertas en la comuna El Bosque: Huerta Auco y Huerta Amajudisa, ambas gestionadas de manera colectiva y con una fuerte raíz comunitaria.

Huerta Auco
Huerta Amajudisa

En el trabajo con las huertas se integran enfoques de educación popular, agroecología, soberanía alimentaria, género y autocuidado, donde cada aprendizaje es construido colectivamente. Su “metodología” es flexible y reconoce las emociones, los tiempos y la sabiduría de las mujeres, trabajando desde la biodiversidad, el origen de las semillas y el respeto por los ciclos de la naturaleza. 

Hoy, muchas de ellas producen sus propios almácigos, elaboran compost, cosechan humus, guardan e intercambian semillas y han logrado mantener las huertas verdes y productivas durante todo el año. 

Huerteras como protagonistas en la transformación territorial

Ambas huertas se encuentran constituidas en su mayoría por mujeres adultas mayores, quienes encuentran allí un lugar de calma, identidad y cuidado personal, colectivo y de los ecosistemas.

Huerta Auco
Huerta Amajudisa

Uno de los logros más significativos ha sido el nivel de autonomía y autogestión alcanzado por las huerteras. Antes se compraba semillas, almácigos, tierra fértil, ahora ellas las producen internamente, reduciendo costos y fortaleciendo la soberanía alimentaria (entendida como el derecho a decidir qué producir, cómo alimentarse y cómo cuidar la salud de manera integral).

De hecho, algunas integrantes han comenzado a vender almácigos, humus o lombrices, generando ganancias propias basadas en prácticas sustentables y de comercio justo. 

Las huertas se han convertido en un lugar sanador, como un refugio emocional, un espacio de encuentro y un territorio donde se fortalecen redes de apoyo entre mujeres. Muchas huerteras que antes no se atrevían a hablar en público, hoy representan con orgullo a sus huertas en encuentros, seminarios o intercambios de semillas.

Por otro lado, la presencia de las huertas en estos barrios, han generado cambios visibles, como mayor cuidado y respeto por esos espacios comunes, vínculo entre vecinos y vecinas que visitan las huertas, y aprendizaje medioambiental colectivo, así también como las redes con el municipio, que ha entregado tierra e insumos y ha permitido ampliar los espacios de cultivo.

El trabajo actual de las huertas y su incidencia en políticas locales

Actualmente, EPES entrega acompañamiento técnico cada 15 días, entrega de semillas limpias y de origen campesino, formación en temas de agroecología, género y salud comunitaria, participación en encuentros, seminarios e intercambios de semillas. Este acompañamiento ha sido clave para que las huertas se fortalezcan, crezcan y se mantengan productivas todo el año. 

Hoy, ambas huertas asesoradas por EPES, Auco y Amajudisa, han alcanzado una creciente visibilidad a nivel comunal. Su desarrollo ha fortalecido su reconocimiento en instituciones relevantes, proyectándose como una experiencia piloto para su eventual replicación en la Municipalidad El Bosque. Este avance ha sido posible gracias a las redes de trabajo, al compromiso de instituciones locales y al impulso de la Mesa Intersectorial y Comunitaria de Alimentación.

Han ampliado su incidencia a través de diversas iniciativas, participaron en el Encuentro Comunitario de Cambio Climático, contribuyendo a un diagnóstico participativo para el “Plan Local de Acción Climática”; postularon a un proyecto liderado por la Universidad de Chile, orientado a reducir el desperdicio orgánico en ferias; y ambas huertas presentaron proyectos al Fondo de Iniciativa Comunitaria (FIC) del municipio por primera vez; por otro lado, la huerta Amajudisa recibió visitas académicas de la Universidad Católica y la Universidad de Chile.

Estas articulaciones muestran cómo las huertas comunitarias pueden incidir en procesos más amplios de aprendizaje, política local y transformación social, así como generar aprendizajes compartidos y contribuir a instalar la agroecología como un eje estratégico para el bienestar de las comunidades. 

Estas huertas no solo producen alimentos: cultivan comunidad, bienestar, salud mental, autonomía, esperanza y contribuyen a la transformación social y política en los territorios.

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