Camila explicó que el inicio de este camino fue una búsqueda de consuelo dentro de su propia familia. Sin embargo, esa necesidad de justicia la llevó a conectar con organizaciones de trabajadores/as, usuarios/as, estudiantes y personas comprometidas con la defensa de la salud:
“El motor de esta jornada es poder incluir una mirada más amplia del hacer salud, que no es solo entregar remedios, sino también abordar un estado de ánimo, de salud mental y espiritual. Estar organizados nos ha permitido conectarnos con más familias que también han vivido negligencias médicas. Desde ahí creamos la Fundación Amelia, donde acompañamos a otras familias que han pasado por situaciones similares, especialmente con infancias. Entregamos apoyo jurídico, emocional y en el duelo. Al menos para mí, después de siete años, este duelo ha ido transitando de otra forma”.