Mujeres de Peñalolén se graduaron de taller sobre alimentación, bajo el enfoque de determinantes sociales de la salud

Santiago de Chile,  23 de octubre de 2014

Luz Osorio, 45 años, cocina una frittata de espinaca y nueces. Su hija Scarlett, de 22, le pasa los productos. Se ven motivadas. Es la última receta que cocinan en el Taller sobre alimentación y salud, desde la perspectiva de los determinantes sociales, que imparte EPES en la comuna de Peñalolén.

La alimentación y el estado nutricional de las personas no depende de una elección, sino de una multiplicidad de factores como acceso y disponibilidad de recursos (ingreso/ empleo), acceso a una alimentación aceptable, variada y de calidad, acceso a educación y salud de calidad, edad y género, clase social de pertenencia, distribución y segregación urbana, jornadas de trabajo, entre otros; lo que la OMS ha definido como los Determinantes Sociales de la Salud (DSS).

En Santiago, el proyecto de EPES contempla acciones de sensibilización sobre alimentación, salud y género a nivel comunitario en comunas populares, como El Bosque y San Ramón, donde la fundación tiene una larga trayectoria de trabajo. También, la iniciativa se desarrolla en Concepción.

Las mujeres participantes
“Hace años que no participaba en una actividad comunitaria con otras mujeres, por motivos de trabajo. El taller me ha permitido poder compartir con persona que nunca había hablado y que son mis vecinas”, dice Luz.
“Esta receta con huevo, leche, espinaca, cebolla y nueces, nunca me la hubiese imaginado”. Su hija destaca el aprender a cocinar los productos de distinta manera, fáciles de hacer, con pocos ingredientes y saludable. “Esto no lo he probado, pero se que está muy rico”, replica Scarlett.

Otra de las participantes, Daniela Lizama, 17 años, estudia educación de párvulo en el colegio, y piensa promover la alimentación saludable en los niños y niñas. “En la población, la gente come mucha comida chatarra, en vez de darse el tiempo de cocinar van y compran completos. Los niños son los más afectados, se alimentan con productos dañinos, están con problemas de obesidad».
Myriam Barría, de 59 años, comenta lo aprendido en el taller. “Por mi enfermedad, diabetes, tengo que comer sin sal y azúcar, y el saber ahora como preparar las comidas, conocer las cantidades recomendables, siento que mejorará mi salud, mi calidad de vida y la de mi familia”.

Carmen Naveas, de 62 años, señala que “tomé conciencia de la importancia de la comer sano. Con pocos productos podemos hacer alimentos ricos y sanos, como preparar zapallo italiano y espinaca de otras maneras, mezclar productos, que compramos a menor precio en la feria”.
Nancy Solar, 40 años, admite que antes del taller «estaba equivocada en muchas cosas, tenia poca información sobre cómo alimentarme. En poco tiempo he logrado cambiar mis hábitos de alimentación. Me he sentido con más energía».
Agrega que, en principio, “pensó que en el taller me dirían que debía adelgazar, a través de una dieta balanceada, y resultó ser un proceso de aprendizaje mayor, tomar conciencia, ahora valoro el poder compartir con otras mujeres, y aplicar lo aprendido”.

Todas las participantes admiten que el taller fue más que aprender recetas, y adquirir conocimientos de nutrición.
Celia Higueras, educadora de Fundación EPES, que imparte los talleres de Santiago, sigue de cerca el trabajo en la cocina. Conversa con cada una de las mujeres, con las que ha compartido varias jornadas del taller teórico – práctico sobre salud y nutrición.
Celia entrega los diplomas a las mujeres, y luego comparten los alimentos que han preparado en conjunto. Esperan que la experiencia se replique y que puedan participar más mujeres de la población.

El rol del Estado
En Chile, las mujeres con menor escolaridad muestran una mayor prevalencia de sobrepeso, obesidad y obesidad mórbida. También presentan menor participación en el mercado laboral y se concentran en empleos precarios, lo que se traduce en un menor acceso y control de recursos.
Los Estados deben generar las condiciones que permitan a las personas tener una vida digna y sana, así como el derecho de todas las personas a tener una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada y suficiente, lo que se entiende por seguridad alimentaria.

Las políticas públicas y programas en salud implementados en Chile han reforzado y reproducido los roles que tradicionalmente se han construido y asignado a las mujeres, transfiriéndoles a ellas la responsabilidad exclusiva del bienestar familiar. Por otra parte, estas se han enfocado en el modelo biomédico, de factores de riesgo individuales, siendo el individuo el responsable de su bienestar (físico, mental y social), sin considerar el impacto que tienen las condiciones de vida de las personas sobre su salud.

De acuerdo a lo anterior, podemos apreciar que hay un desconocimiento tanto de la comunidad como de los trabajadores de la salud en cuanto a la relación que existe entre alimentación, estados nutricionales y condiciones de vida.

Abordar esta problemática nos permitirá iniciar un proceso de sensibilización en temas de alimentación, salud y género desde el enfoque de los DSS y la seguridad alimentaria.