Conversatorio “El derecho a los cuidados”, la urgencia de poner la vida en el centro

Chile, 30 de junio 2022

El conversatorio “El derecho a los cuidados”, realizado el miércoles 29 de junio de 2002, fue el cierre del ciclo de Talleres de “Autocuidado para mujeres que cuidan” impartidos en Santiago y Concepción durante el mismo mes. 

El encuentro, realizado por zoom, convocó no solo a las participantes de los talleres presenciales, sino también a otras personas interesadas en el tema. La instancia fue conducida por Johanna Molina, con el apoyo de las educadoras de EPES María Eugenia Calvin, Daniela Smith y Paulina Rojas.

Johanna, educadora popular e integrante de la Marcha Mundial de las Mujeres Chile y el Colectivo Viento Sur, condujo el diálogo planteando algunas preguntas necesarias para repensar el tema de los cuidados. 

Así, y luego de escuchar la lectura que Johanna hiciera del relato de Ana, una cuidadora que cuenta cómo es su jornada habitual, se planteó una pregunta que resultó fundamental para comprender los alcances de los cuidados: ¿contribuye de alguna manera el quehacer doméstico a la economía?

Acumulación capitalista versus sostenibilidad de la vida

Nos preguntamos, entonces, si las labores domésticas y de cuidado contribuyen a la economía. Y de acuerdo a lo planteado por Cristina Carrasco, entre ambos aspectos hay tensiones sociales claras.

La economía dominante tiene como único objetivo su propia reproducción y la acumulación de capital en pocas manos. De esta manera, la producción de bienes se realiza gracias a la depredación de los recursos naturales y la explotación de una fuerza de trabajo que pone a disposición su tiempo y recibe un salario a cambio. 

Este salario va hacia los hogares y es gestionado en todas sus dimensiones en el espacio doméstico principalmente por mujeres. Estas tareas no remuneradas permiten la reproducción y el desarrollo de todas las personas en un ciclo que sustenta la vida con labores que han sido invisibilizadas y feminizadas.

Estas labores, que por siglos han sido jerarquizadas bajo una lógica patriarcal, desconoce el valor del trabajo doméstico y valora solo las labores productivas y masculinizadas, catalogadas incluso como sectores estratégicos de la economía, que han contaminado la naturaleza y ponen en riesgo la vida de diferentes especies. 

La desigualdad hacia las mujeres se expresa de manera sostenida, por ejemplo, en la brecha salarial en relación a los hombres; la valorización exclusiva del trabajo asalariado y la feminización del trabajo doméstico, con una carga excesiva de trabajo para las mujeres en los hogares, generando su precarización y capturando su tiempo, que provoca la pobreza de tiempo en las mujeres, que no tienen tiempo para el cuidado propio o el descanso.

Así es como se evidencia un conflicto indisoluble entre la acumulación capitalista que la economía dominante promueve y la sostenibilidad de la vida. 

Urge, entonces, seguir avanzando hacia economías que ubiquen en el centro la vida, no solo de las personas, sino también de otras especies y de los ecosistemas que habitan, comprendiendo la profunda interdependencia existente.

Economías que valoren todo tipo de trabajo, donde las labores domésticas y de cuidados son incluidas en razón de su carácter imprescindible para sostener la vida de las personas, sin las cuales ninguna economía ni proyecto social existe.

Una idea fundamental expuesta por Johanna apuntó a la necesidad de sostener la vida intencionadamente. Esto, implica repensar la idea de que estas labores corresponden casi de forma natural a las mujeres solo por el hecho de serlo, cayendo sobre sus cuerpos sin la posibilidad de elegir cómo y cuándo realizarlas o, simplemente, no hacerlas. Los cuidados son un trabajo al que no es posible renunciar sentir culpa. 

Sostener la vida intencionadamente abre preguntas sobre los propósitos de una tarea de tan largo aliento y relevancia para las sociedades. Atraviesa también las condiciones en que esto pudiera darse y si es posible transformar el sentido las labores de cuidado, resignificándolas en las distintas dimensiones e impactos que tiene.

¿Avanzar hacia una sociedad de los cuidados?

Luego de la exposición del tema y sus conceptos centrales, se dio paso al trabajo en grupos con el fin de abordar preguntas atingentes al observar la relación entre economía, lógica patriarcal y labores de cuidado ejercidas por mujeres.

De esta manera, reflexionamos sobre cómo nos gustaría que fueran nuestras vidas en relación a los trabajos de cuidados y de qué manera, desde cada territorio y organización, se puede avanzar hacia una economía que ponga los cuidados de la vida en el centro

Las ideas y conclusiones de ambas preguntas fueron compartidas en un plenario enriquecedor, que puso de relieve la necesidad del apoyo mutuo no solo a través de las redes familiares y de amistad, sino también de los espacios sociales; sacando estas labores del lugar estrictamente privado del hogar y reinstalándolo como una urgencia de la sociedad en su conjunto y de cada comunidad en su contexto específico. 

Por otro lado, y en un sentido institucional y proyectivo, se mencionó cómo el borrador de nueva Constitución recientemente compartido a la sociedad chilena, sí incorpora el derecho al cuidado, señalando al Estado como garante del mismo. 

Esta propuesta releva, a su vez, el derecho de todas las personas a cuidar, ser cuidadas y cuidarse desde que nacen hasta su muerte, lo que debería encontrar su materialización en un “Sistema Integral de Cuidados” además de normativas que establezcan parámetros y resguarden los derechos de las personas que cuidan. 

En esta propuesta de nueva Constitución también se reconoce el trabajo doméstico y de cuidado, donde el Estado garantizará el derecho al descanso y tiempo libre a través de políticas públicas que permitan avanzar en la conciliación entre la vida laboral, el trabajo de cuidados y la vida social. 

Sin duda, significa grandes cambios en relación a la legislación vigente creada en dictadura, donde este tema y este, como otros, derechos se encuentran ausentes. 

Sería ingenuidad creer que las legislaciones por sí solas resuelven problemas sociales más profundos anclados en patrones culturales que han naturalizado la desigualdad y el maltrato hacia las mujeres. 

Sin embargo, en relación a lo existente, la propuesta de nueva Constitución es una esperanza que debe seguir siendo sostenida por una transformación cotidiana en los modos de concebir las relaciones entre las personas, los seres y los ambientes que habitamos y avanzar hacia sociedades más justas, que tengan el cuidado de sí mismas y sus entornos como prioridad, incluso en términos económicos si se quiere.

El conversatorio concluyó con un regalo que Johanna brindó a quienes asistieron. Unas décimas creadas por ella mientras fue cuidada por su compañero cuando estaba enferma. Con profundo agradecimiento, las compartimos a modo de cierre, abierto a nuevas preguntas.

Cuidar

Cuidar no es cosa fácil

cuando el Covid arrecia

que no le falte paciencia

porque la enferma está frágil

se requiere estar bien ágil

pero sobre todo amar

que no le vaya a faltar

jengibre, miel y limón

pa’ aliviar al corazón

y hacer sentir el hogar.



Yo te cuido tú me cuidas

se conjuga así este verbo

y proviene del acervo

de nuestras madres y abuelas

que con agüitas de hierbas

provenientes de los bosques

fueron calmando achaques

compañero de camino

hoy tú cuidas mi destino

ojalá nunca claudiques.

Johanna Molina